Caminar con Dios jamás ha sido sencillo, es un camino que conoce la muerte en todas sus
dimensiones. Sin embargo la muerte que es un tabú para muchas personas de tristeza, dolor, desesperanza, misterio y
ausencia, se transforma para el cristiano en un camino de vida. Estar cerca de
la muerte nos remite a la verdadera realidad Cristiana, no hablando en términos
netamente físicos ya que innumerables personas nacen y mueren sin percatarse de
la vida misma. De esto modo, el Cristiano tiene una tarea diferente, lo que
significa morir a si mismo y volver a nacer. Es decir que cada ser humano debe
experimentar tres nacimientos, el primero hace referencia al nacimiento
natural, el segundo al espiritual y el tercero a la vida eterna…
Es común que al llevarse a cabo las exequias
de algún familiar o amigo cercano el corazón de cada uno de los dolientes se
llene de desconsuelo, nadie dijo que perder a la persona amada fuera fácil, por
el contrario es un túnel doloroso. Pero al mirar a la muerte desde una visión
esperanzadora, desde la mirada de Dios, es transformada en un “hasta luego” y debería
llenarnos el corazón de alegría ya que es la misma muerte la que nos permite estar
en presencia total de Dios; despojándonos de todos los miedos humanos, ansiedades,
tristezas. El saber que la “Muerte es ganancia” como lo dice el apóstol Pablo es
una alegría para todo varadero Cristiano, que al a ver
terminado su tarea terrenal pueda salir
al encuentro con Cristo en las moradas celestiales. Es en si, la muerte solo la
puerta para la vida eterna. Desde aquí, es usual encontrar personas que a raíz
del fallecimiento de algún familiar su
vida haya cambiado por completo. Cuanto más no hará Cristo en nuestras vidas, cuanto
mas no hará su muerte en nuestro corazón, que al aceptarlo y sufrirlo todo por
amor, no podemos hacer otra cosa que responder a ese mismo amor con la vida
misma. Es decir, ser crucificados juntamente con El y con ello participar de su
muerte y resurrección (Romanos 6:5-11).
Iniciamos el tiempo de cuaresma, como su
nombre hace referencia son 40 días de ayuno y peregrinación en el desierto. La
iglesia se dispone a caminar y a escuchar la voz de Dios, que mas allá de no
comer carne o pollo como algunos tienen por tradición consiste en hacer un
proceso de conversión real que inicia con la imposición de la ceniza, símbolo
de la muerte del viejo hombre y nos abre paso a terminar el camino transformador
con la bendición del agua y el fuego, es decir que algo en nuestro ser ha muerto
para darle paso a la vida real…es decir a Cristo.
Con esto no quiero atentar contra las
tradiciones, pero en muchas ocasiones el comer o no comer carne no nos hace
mejores o peores cristianos si no morimos realmente a nuestra carne es decir a
nuestra naturaleza humana. Es necesario que como hombres profundicemos nuestra
fe, nuestro ser Cristianos alejándonos de la superficialidad y adentrándonos en
el desierto de nuestra vida, escuchando y disponiendo el corazón…Ya que el
camino es individual.
La invitación de la CUARESMA es clara, necesitamos voltear nuestro rostro y nuestras vidas hacia Dios, necesitamos
volver a lo esencial a la parte mas clara y mas autentica de nuestro ser, quitando todas nuestras caretas y mascara
solo desde allí se podrá iniciar una conversión autentica no solo por el tiempo
de cuaresma sino para toda nuestra vida…
Pues unámonos en la oración de unos por otros, para que siempre podamos caminar juntos en esta senda de la fe. Levantando a los que desfallecen.
ResponderEliminarGracias por tu genial reflexión. Un abrazo
Hermoso blog, te felicito :-) Te invito al mío por si te ayuda en tu crecimiento personal.
ResponderEliminarhttp://frasesdedios.blogspot.com.es/
Un abrazo en la luz del Creador.
Hola Mi querida Catterine, estoy de regreso a las letras, y es un gusto visitarte, luego de tanto tiempo...
ResponderEliminarEspero seguir como tiempo atras visitarte a menudo....
Un fuerte abrazo.
JALE
Me gustó ese..."hasta luego" ...y... "Para toda nuestra vida". Saludos!
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