martes, 12 de marzo de 2013

DESCONECTADOS




Quisiera que esta entrada tuviera motivos mas especiales, pero en realidad después de dos semanas de ausencia  simplemente extraño este lugar. Entre  las multitudes, las calles, el tráfico, el estrés, el estudio, las dificultades y el trabajo llegas a olvidarte de este espacio. A tal punto, que alguna parte de ti cree que  ya no ahí nada más que decir, que las palabras se las trago el pavimento, que los pensamientos vienen y van entre las miradas de las personas, que los silencios y el dolor se tragan entero, sin siquiera saborearlos, sin palpar la vida, sin sentirte vivo…

Han sido semanas difíciles. Me atrevería decir sorpresivas he inesperadas, encontrar a Dios entre las multitudes y los afanes cada día se hace mas complicado he intentas aferrarte de cualquier manera a su presencia, de hallarlo en el hermano, en el amigo, en las cosas que cotidianamente nos rodean, pero a veces solo a veces ni me percato de su presencia, entonces llego a olvidarme de los verdaderos motivos de mi existencia,  del verdadero sentido de estar aquí; entre una taza de café y una lectura rápida del evangelio, corro rápidamente a  los brazos rapaces del afán y de una sociedad que recuerda todo menos a Dios.  Amnesia progresiva del corazón, esa es la enfermedad mas común de quienes nos olvidamos de escuchar, ver y  sentir a Dios.

Hace unos días, mientras organizaba alguna información, entre el ajetreo y la presión lamente profundamente  no tener conexión Internet o por lo menos no poder acceder a ella en ese momento, entonces dije: ¡Quisiera tener Internet en todas partes, seria todo más fácil! Sin embargo una humilde y silenciosa voz  retumbo en lo más hondo del corazón diciendo: ¡Ya quisiera que me buscaran como buscan el Internet o se conectaran conmigo que si estoy en todas partes! Eso fue una bomba de tiempo, que se escucho y retumbo con gran fuerza en el alma, como si se me hubiese olvidado  lo más importante, como si lo fundamental y lo esencial hubiese pasado aun segundo plano: Dios.

Pasamos tanto tiempo navegando en Internet, realizamos tantas actividades en el día, conectados con todo el mundo, pero desconectados de Dios y si no es totalmente, quizás  parcialmente o con una señal muy débil; ocupando nuestras palabras, dolores, alegrías en actualizaciones de estado que no pasan de un “me gusta” lejos de las verdaderas respuestas que puedan llenar las baterías del corazón.

¿Cuánto tiempo gastamos en nuestras actividades? Media hora, una hora, dos horas ¿Cuánto tiempo navegamos en Internet? Cuando solo bastarían quince minutos o diez  para que tu estado con Dios pasara de “desconectado” a “conectado” y recibir todas las repuestas, la gracia, la vida y el consuelo de quien siempre ha estado ahí.

¡No corras! ¡Detente! Solo por un momento, por un minuto. Dios quiere escucharte, pero también quiere hablarte. 

1 comentario:

  1. Muy buena reflexión Leidicita, creo que a todos nos toca en algún modo sino en todo! gracias por tus refelxiones nuevamente!.

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Gracias por inmortalizar sus letras en este lugar