Sabía,
que seria la última vez que lo vería. La
noche anterior y sus desvelos no habían sido suficientes para hacerle entender al corazón, que ya no podía
amarlo más. Era tarde, pero no quería
apresurarme para lo que ya era definitivo, en este punto no sabía que asfixiaba
más, si el tenerlo cerca y por última vez o las palabras que jamás le había
dicho.
Durante
el camino, muchas cosas pasaban por mi mente, pero no era tiempo de pensar. Quizás
seria la primera y ultima vez en que pudiera amarle. Creo que siempre lo había amado, solo que algunos amores son
tímidos y cobardes; teniendo así, la horrible costumbre de esconderse detrás
del silencio y las palabras entre cortadas. Lamentaba profundamente que este
día fuere lluvioso y nostálgico, siempre imagine una linda despedida lejos de
los días tristes y mas cerca de un hermoso día soleado, solo para mitigar la
ausencia, el extrañarte, el sentirte tan lejos, solo para que el abrazo no
fuera tan frío. Sin embargo, mis esperanzas estaban reducidas a la calidez de
aquel Café, que de por cierto seria el último.
Ultima
vez….Ultima vez, no se cuantas veces he repetido esa palabra. A lo mejor será,
por que es lo último que quiero…Que esta sea nuestra ultima vez. Camino
despacio, es extraño pero a diferencia
de otros días hoy no me molesta la lluvia, parece ser la única compañera de mis
pensamientos, de mis sombras, de mis calles.
Lo
había llamado la noche anterior, sabía que seria la última vez que escucharía
su voz, así que lo disfrute y procure grabar en mis tímpanos el timbre de su
ternura. Sabia que esta seria la ultima vez que la vida nos regalaba un motivo
para estar juntos o la excusa perfecta para amarle, por ultima vez.
Los
caminos, son complejos, sorpresivos y en este caso misteriosos, tenía la
certeza de que estos serian los últimos pasos que me dirigirían a su encuentro,
que me llevarían a sus costas de lo que para mi había sido un trozo de utopia y
gloria.
Había
seleccionado con cuidado y anterioridad el café, en el cual seria nuestro punto
de encuentro. Prefiero los lugares
tranquilos, aquellos en los que se puede disfrutar de la buena música, el
dialogo, los amigos, las confidencias… ¡Que mejor opción que un café! Solo para
morir tranquila y en paz, mientras todas las palabras que tenía abarrotadas en
el corazón se escapan de mis labios….Pidiendo libertad. Estaba
cerca, no era tiempo de pensar en tantas tonterías, sin embargo era inevitable
no sentirse casi enferma, casi moribunda al parecer cada palabra estaba
intoxicando algún órgano de mi cuerpo, percibí una fuerte opresión en el
pecho…a lo mejor me sentía viva, como las muchas veces en que había estado
cerca de el.
Una
fuerte tormenta se avecinaba, así que procure
apresurarme, toda el agua parecía empaparme por completo. Al entrar al
café, no podía percibir más que un aire de resignación. Sabia que todo lo que había
callado durante tanto tiempo en solo unos minutos seria el ¡hecatombe! y como
si fuera poco seria la ultima vez…Cuanto tiempo he vivido salvaguardando este
momento tan incomodo y al mismo tiempo libertador.
Un
suspiro profundo, entre vivo y muerto se escapo de mí ser. Mientras trataba de
ubicar alguna mesa vacía, me sorprendió no verlo; acostumbra ser puntual-
Pensé, no quería que la agonía se prolongara. Parecía a ver caído en un letargo….
¿Señorita
Isabel? ¿Es usted la señorita Isabel? Una voz delgada rasgo aquel momento de
intimidad: ¡si soy Yo!
Mucho
gusto Señorita: Soy el mesero, un joven llamado Mauricio dejo para usted un
mensaje. No sabia si derrumbarme, llorar, reír, creer…Había sido tanto tiempo
planeándolo, buscado las agallas y el coraje para estar aquí que no podían a
ver pausas… ¡Ahora No!
Cierto
descontento en mi tono de voz, advirtió al mesero de mi mal humor: ¿Puede
decirme cual es el mensaje? De su delantal saco un enorme sobre azul….Fueron
los minutos mas largos de mi vida: ¿La ultima vez y ni siquiera pude verlo?
Pronuncie en voz alta.
-Perdón,
dijo el mesero: ¿Qué fue lo que dijo señorita? ¡Nada! Por favor me permítame el
sobre:
Temblaba
de frío, de enfermedad, de amor, de silencio…ni siquiera podía coordinar una
mano con la otra. Al abrir el sobre, pude ver su letra… ¡Si era su letra! No
podía a ver otro Mauricio o por lo menos del que yo estuviera enamorada con una
letra similar, entre cursiva y sin tildes:
¡Hola
Isa!
Lamento
no estar ahí contigo, tenía unas infinitas ganas de verte. Ya saboreaba en mis
labios el dichoso café. Sabes tu llamada anoche me dejo algo inquieto…Tenias un
tono de tristeza, a pesar de quisieras ocultarlo y un no se que atravesado en
el alma…supongo que ese seria el motivo de nuestro encuentro. Sabes, después de
tu llamada, pensé en ti; mas de lo
normal…Nunca te había dicho que te quiero y si…Te quiero. ¡Que tonto eso verdad! Y como un tonto tuve
que pasar de prisa a dejar una carta para que lo supieras….Quizás, esta sea la parte
simple, el quererte…lo mas complejo de todo, es que alguna `parte de mi, sabe
que era lo que tenias que decirme…Y no quiero que esta sea ultima vez.
He
tenido que viajar de nuevo a Constanza, pero no quería irme sin que leyeras
algo que encontré de camino al café.
-Sonreí,
como si un rayo de sol me hubiese cubierto el rostro. Pero no eran mentiras, el
sol efectivamente había salido y no precisamente para una ultima vez, si no como un buen augurio de un próximo reencuentro.