miércoles, 28 de noviembre de 2012

¡DIOS AL RESCATE!




Hoy pensaba en el camino, en lo difícil que ha sido permanecer; creo que si hubiese sido en mis fuerzas hace mucho tiempo atrás lo habría abandonado. Puedo detenerme en este punto, y echar un vistazo atrás y entonces preguntarme ¿Cómo estoy aquí? Cuando he estado más  lejos que cerca de su amor, cuando tantas veces mi corazón se ha llenado de incredulidad, cuando la llama y la luz de su ser ha sido apocada por mi incoherencia entre aquello que digo y hago ¿Cómo? Como es que tantas veces, ni siquiera he querido levantarme, abandonar todo y renunciar por completo a su llamado a su servicio. Sin contar las veces, en que he dudado de su poder llenándome de miedo, dudando de todo hasta de los dones que El ha puesto en mi vida, escondiéndolos en los profundo de la tierra. Sin embargo, más allá de todo lo que pueda hacer y que no sea agradable a sus ojos me encuentro con un Dios que no solo nos ha regalado abundante gracia, sino con la figura de una Padre paciente que jamás se ha cansado de creer en nosotros aun cuando dejamos de creer en El.  Es increíble la cantidad de veces, en que he visto el camino oscurecido por la circunstancias, por los obstáculos, por el dolor; las veces en que la disciplina de Dios ha sido tan fuerte en mi vida, que he sentido como el corazón es atravesado por la espada de su amor, agotando todas las fuerzas humanas y retornando las divinas. Pero aun, cuando mi corazón está dispuesto a su voluntad, este también se resiste a ser acariciado por la espina amorosa de Dios, que todo lo purifica y transforma.

Quisiera poder contarles una a una las veces en que he desistido, porque en cada una de ellas, he visto a un Dios que viene en rescate, que con un destello de su gloria y color le devuelve las fuerzas al más cansado y abatido, recobrando así, el sentido. Regalándole nueva vida al corazón, uniendo nuestra humanidad a su santidad, al rió de su amor.



Confieso que, por mi cabeza ha pasado  la idea de dejar de escribir, de aconsejar, guiar, restaurar, predicar, sin embargo cuando esto llega con más fuerza, es el momento preciso para que Dios venga a mi rescate. Es extraño pero una vocecita en mi interior me dice ¡No renuncies, no es el final, todo estará bien! ¡Continua aún falta mucho camino! Entonces, lo vuelvo a intentar solo por última vez…

Y para mi sorpresa, me encuentro con la imagen de Dios en cada uno de ellos. Es sorprendente la cantidad de mensajes que llegan a mi correo, redes sociales, blog o inclusive cuando Dios me regala la oportunidad de predicar o aconsejar, la manera en que Dios toca sus vidas, la forma en que Dios se vale de cada palabra que coloca en nuestros labios y pensamientos para AMAR A SUS HIJOS, PARA RESCATARLOS.




Anoche, un joven se acerco a mi entre una palabra y la otra, abrió sinceramente su corazón, estaba muy agobiado. Dios mismo, coloco en mi boca las palabras que este joven necesitaba, fue conmovedor verlo romper en llanto. De nuevo la voz de Dios hablo a mí corazón diciendo: ¡Ora por él, Ora con él! ¡Esta es tu misión! ¡No ha terminado! Lo mas impactante de todo es que aquel joven al terminar dijo: Algo me dijo al corazón que viniera y al buscara.

No sé quien estaba más conmovido si él o yo, quien tantas veces he dudado y renunciado, pero de nuevo estaba frente a mis ojos aquel padre paciente, amoroso, aquel que no se cansa de creer en mi y la misión que me ha confiado. Al final entendí, que es Dios quien se vale de cada una de estas personitas para venir a rescatarme a mí.




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