«Sé de quién me he fiado» (2 Tim. 1, 12).
¿Qué difícil es abandonar todas nuestras
preocupaciones, angustias, miedos y dudas? Al parecer la palabra “descanso” se
encuentra tan lejos de las fuerzas humanas, que en la búsqueda de la misma nos debilitamos,
sea despierto o dormido siempre habrá algo que perturbe nuestra existencia y
nos arrebate la paz.
Esta
mañana al despertar muchas cosas pasaban por mi cabeza, por no decir que un
calendario de actividades, trabajos, cronogramas y visitas se dibujaban en cada
especio de mi pensamiento, sin contar que el corazón también cargaba su propio
peso. De este modo, las preocupaciones logran insertarse en lo más profundo del
alma, sumiéndonos en la bruma de la desesperación.
¿Qué difícil resulta recordar lo que
verdaderamente importa? Pero al final es lo primero que olvidamos; como si todo
dependiera de nosotros, como si la vida se fuese a detener sin nuestra
presencia, fuerza o preocupación. Pienso, que en nuestro ir y venir dejamos
llenar tanto nuestro corazón del mundo,
que olvidamos vaciarlo delante de Dios.Ya lo decía una canción: “vanidad de vanidades
es esta vida si yo te dejo, es como correr detrás del viento, todo pasa, todo cambia
del ayer no queda nada solo el recuerdo”.
“La confianza es la flor más hermosa del amor”
Quizás en la medida en que veamos distante
el “descanso” en esa misma proporción estemos lejos de Dios. Siempre intentando
hacer todo con nuestras propias reglas, que al final se desboronan delante de nuestros
ojos como un castillo de arena. Es decir, que el abandonarse implica renuncia y
una total confianza en nuestro Padre Creador, quien nunca duerme y descasa por
cuidarnos. El abandonarse significa estar dispuestos a la escucha y a la comunión
constante con el Señor, ya que es Él quien sabe que es lo mejor para cada uno de nosotros.
Teniendo así, el
control de nuestras vida. Ya se lo decía a la Venerable Consolata Retroné: Tú piensa
sólo en amarme. Yo pensaré en ti y en todas tus cosas hasta en los más mínimos
detalles, si me amas, confía en Mí; si quieres amarme
más, confía más en Mí; si quieres amarme inmensamente, confía inmensamente en
Mí.
El buscar a Dios, es tan sencillo, pero en definitiva siempre es nuestro último
recurso. Cuando nada sale como esperamos, cuando todos nuestros planes se
agotaron, cuando ya no hay nada por hacer lo único que nos queda es…Confiar en
Dios.
Que lastima que sea, así, cuando
el debería ser nuestra prioridad, cuando nuestros ojos, solo pudiesen verlo a Él
y caminar en sus planes, en sus fuerzas, seguramente así, no nos sentiríamos tan
agobiados, porque caminaríamos en la confianza, en la certeza, en su infinito amor
Roguemos a Dios cada mañana, cada noche,
teniendo la certeza de su total cuidado. Confiemos y dejémonos guiar, abandonándonos
como niños en sus brazos…en los brazos de Dios.
Padre mío, me pongo en tus manos.
Haz de mí lo que Tú quieras
sea lo que sea te doy las gracias.
Estoy dispuesto a todo, lo acepto todo,
con tal de que tu voluntad se cumpla en mí
y en todas tus criaturas.
No deseo nada más, Padre.
Te confío mi alma, te la doy
con todo el amor de que soy capaz.
Porque te amo y necesito darme,
ponerme en tus manos sin medida,
con una confianza infinita,
porque Tú eres mi Padre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por inmortalizar sus letras en este lugar