Llevo algún tiempo leyendo la vida de Juan
Pablo segundo, seguramente en un intento de desenmarañarme y de tratar de
acercarme al misterio de Dios a través de las experiencias y de la cotidianidad de otros Santos y débiles
hombres y mujeres que un día a las orillas de sus preocupaciones y afanes se
dejaron seducir por la mirada inquieta del Señor. Aquella llamada, en la cual el corazón se
estremece, porque tal invitación lleva implícita una exigencia: “Tu debes amar más
que los otros”. Han pasado algunos meses desde mi últimos post, y aunque a
veces tengo el leve presentimiento de no regresar, un suave impulso que se encuentra lejos de mis
propias fuerzas me trae de nuevo a este rincón de mi alma; transformándose en
un augurio o en un pequeño presentimiento que aun en los momentos de ausencia y
de silencio Dios sigue teniendo el control.
Debo decir, que han sido meses sumamente difíciles
cargados de aridez y de soledad, pero no en vano se dice que es allí donde
podemos conocer el rostro de nuestro
Dios, de aquel que quiero hacer “MI DIOS Y MI TODO” y en realidad, ese “Todo” que es Padre,
Amigo, Hermano y Esposo con una caria de ternura, como una espina que duele
pero que hace bien, ha derrumbado de a pocos
mi propio ser. De allí, que con frecuencia piense en las palabras dichas a
Nicodemo: “Hay que nacer de nuevo”. Con
esto, no tengo claridad en que me causa
mas asombro, si en la gracia de Dios, que nos transforma aun en medio de
nuestro pecado o la respuesta que surge de nuestro corazón al dejarnos
encontrar por Él. En definitiva en la invitación del Señor: ¡Sígueme! Y la
respuesta del ser humano ante tal propuesta hay un misterio de amor, de allí las celebres palabras del Santo Juan
Pablo segundo poco antes de ser elegido Papa: ¡El amor me lo explico todo, me
lo resolvió todo!
“Tu lo sabes
todo, sabes que te amo”
Con esto y con todo, la figura de Pedro resulta muy peculiar en mi
vida. Es Pedro quien quiere servir al Señor,
pero es el Señor quien quiere servir a Pedro, es Jesús quien lava sus píes, es Jesús quien tiene preparado alimento en la
orilla para él y sus discípulos después de a ver intentado pescar toda la
noche. Es en este momento, donde Pedro se da cuenta
que Jesús no lo ama por lo que pueda “Hacer” “Tener” o “Servir” si no que simplemente ¡Lo ama! Con todo lo es
y lo que no es. Y ante tal amor, y con
la certeza de que Dios nos conoce solo puede decir: “Señor, tu lo sabes todo,
tu sabes que te amo” Es innegable que tanto Juan Pablo segundo como Pedro hayan
descubierto tan magnifica verdad, al igual que tantos hombres y mujeres que al
experimentar tal amor no pueden hacer otra cosa mas que “dejar todo y seguirle”...Y
hoy después de caminar tanto tiempo en la orilla, me he lanzado a los brazos de
ese “amor” que se deja acoger por lo sencillos, por los pecadores, por los sedientos,
por los hambrientos y orgullosos; un amor que al igual que las aguas del mar es
insondable, misterioso pero que al mismo tiempo seduce y atrapa, ante el cual
me hago pequeña para habitar en medio de su misterio, en el cual espero
disolverme por completo, ahora y para siempre…
Ayer mientras visitaba a una familia quien
muy gentilmente me permitió orar por ella y con ella, recordé las palabras de Juan Pablo Segundo el día
de su ordenación: ¡Ven creador todo poderoso, seré el suelo por el que otros
caminen para que lleguen al hogar donde tu los diriges” fue inevitable, no
dejarme contagiar por el momento sus lagrimas eran de alegría, la alegría de quien se le ha anunciado buenas
noticias en medio del dolor y la enfermedad,
y mis lagrimas eran de un gozo infinito
al poder descubrir a Dios en medio de su necesidad, y en el que Dios al mismo
tiempo, me permita hacer participe del misterio de su amor al anunciarle a
otros: ¡Que son simple y sencillamente amados! En aquel momento, solo pensé:
¡Quiero ser el suelo por el que otros
caminen! Y aunque se que tal vez pido mucho, no puedo entregar mi vida por otra
causa, reconociendo que una día el Señor: “Llego hasta aquí, se detuvo a un
paso de la nada muy cerca de nuestros ojos”.
El amor me
lo explicò todo, el amor me lo resolvió todo
Por eso
admiro el amor, donde quiera que se
encuentre
Si el amor
es tan grande como sencillo, si el anhelo más simple se encuentra
En la
nostalgia, entonces entiendo porque Dios quiere ser recibido por la gente
Sencilla, por esos cuyos corazones son puros y no encuentran palabras para
Expresar su
amor.
Dios ha
venido hasta aquí y se paro aun paso de la nada, muy cerca de nuestros ojos
Quizá la
vida es una ola de sorpresas, una ola más alta que la muerte
¡No tengáis miedo
jamás!
Poema que reza Karol Wojtyla cuando es elegido Papa según
La película: “Karol, el hombre
que se convirtió en Papa
Fuentes utilizadas: Juan Pablo segundo, El hombre que vino de Polonia.
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