sábado, 30 de junio de 2012

A lo lejos


Quisiera quedarme con esta imagen  tan solo para vislumbrar a lo lejos aquello que busco  con desespero, que llama y susurra al corazón con toda la dulzura que le es posible, que se roba el aliento, que secuestra los suspiros,  que todo lo inspira, que todo lo envuelve, que todo lo consume, que todo lo sabe, que todo lo ama, que todo lo perdona. ¿Cómo no sentir el corazón atrapado? ¿Cómo olvidarse de Él? Cuando siempre ha estado allí, en la senda más oscura, en la noche más fría, en el silencio más desgarrador. El corazón le ama, con las fuerzas que no le alcanzan, con las únicas que le ha dado la vida y la humanidad que siempre falla, pero que se acoge a su misericordia que abraza y enamora…

Hoy pensaba en el camino, en la dureza de sus pasos, en lo difícil que es en muchas ocasiones el mantenerse en pie cuando lo único que se  pasa por la cabeza es rendirse; la soledad y los ruidos de la montaña son escalofriantes, pero no lo suficiente para apagar su voz que en lo alto lo estremece y lo confía todo; allí está El, siempre El, en medio del camino, saliendo al encuentro y esperando paciente que nos dejemos encontrar por su amor.

"Las montañas podrán moverse y las colinas correrse; pero mi amor no se apartará de tu lado" (Is 54,1 0).

La montaña sinónimo de estabilidad, de aquello que no tiembla sino que por el contrario permanece, habitáculo de la divinidad o lugar de encuentro. No sé de qué otra forma denominar aquella montaña (el Sinaí) donde se rebeló a Moisés en una zarza o  aquel monte (el Moría) donde  pidió  Dios que subiese Abraham para sacrificara a su hijo, es allí en una montaña donde Dios se comunica con el hombre, es allí en una montaña donde Jesús pronuncia su primer sermón, donde Dios elige revelarse a su pueblo para otorgar salvación, donde suceden los hechos más extraordinarios…en la montaña, sinónimo de alianza entre Dios y los hombres.

Un lugar de aparecía solitaria, que implica viaje, camino, cansancio, metas que coloca aprueba todo lo que somos, un lugar cargado de silencio, un espacio apartado, solo para Dios y los hombres.


Hace frio, en ocasiones siento mucho frio más de lo normal, sin embargo  logro mantenerme en pie, aunque las pulsaciones del corazón aumenten con más fuerza; creo que la altura logra afectarme, algunas de las extremidades han  quedado inmóviles, sin embargo no puedo detenerme eso le brinda calor suficiente al espíritu para poder continuar…la montaña esta sola, no hay nadie a kilómetros, mi voz si acaso puede gritar su nombres ¡Se que El me escucha! 

Es grato estar aquí de nuevo, el viento sopla con fuerza, logro con dificultad brindar algo de calor a mi manos, mis oídos solo escuchan el eco de algunas rocas que se deslizan a mi alrededor, sin embargo las pisadas firmes en la nieve me brindan seguridad, se que todo estará bien. Es raro sentir tanta soledad, quizás al empezar a subir la montaña estaba tan llena de tantas ansiedades y afectos vanos…solo que ahora ya no lo extraño, desde este lugar todo se ve tan pequeño e insignificante, la montaña es imponente, hermosa, cubierta por el cielo azul y mucha nieve…quiero estar aquí, quiero quedarme aquí, se que El está aquí.

La visión y la gran nube que la cubre me impiden ver el camino con claridad, sin embargo grito su nombre ¡Se que El mes escucha! ¡Se que esta aquí! Que no estoy sola…las respiración se hace mas difícil, las fuerza parecen no alcanzar, trato de colocar una mano en mi pecho solo para percibir mis pulsaciones…camino, camino

Todo se desvanece, solo un rayo de sol que se asoma detrás de la montaña golpea con fuerza mi rostro, las nubes se dispersan y entonces a lo lejos…allí está El. Una sonrisa de escapa de mis labios, nada importa ahora solo estamos Tu y Yo.






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Gracias por inmortalizar sus letras en este lugar