domingo, 15 de abril de 2012

POCAS COSAS QUEDAN.

 
Pocas cosas quedan desde aquella última vez, en que inocente me miraba al espejo de la infancia, en que la mirada aun conservaba intacto el brillo, la lucidez y la claridad de la vida. Después  de algunos años, he vuelto a mirar al espejo aquella sombra irreal de lo que he fabricado de misma  y que se ha adherido silenciosamente a mi ser, compactando todas mis formas de actuar y sentir. Acostumbro mirarme en el espejo, creo que es el comentario mas sincero que puedo tener de misma en todas mis dimensiones tanto físicas como psicológicas, es este en última instancia el testigo de quien soy realmente. En especial en los días de lluvia, en el que el  alma y todo lo que llevamos en nuestro interior se mueve súbitamente, en que los vientos son contrarios y la tormenta nos arrastra de forma violenta y sorpresiva a las desconocidas orillas de nosotros mismos…Para sobrevivir.

En estos últimos años,  e aprendo a sobrevivir a mis mayores temores a detenerme frente al espejo y confrontar mis propios monstruos; pero sobre todo a mirarme fijamente a los ojos y ver mis lagrimas de rabia, dolor, alegría  siendo estas el despojo tranquilo de un tsunami mental, emocional y espiritual de todo mi ser. Creo entonces, que cuando aprendes a sobrevivir algunas áreas de tu vida comienzan a desarrollarse, brotan de cada parte del ser humano como frutos abundantes en medio del desierto, como agua en arena, como lo extraordinario en medio de lo ordinario.

 
Estamos tan acostumbrados a levantarnos cada mañana y mirar al espejo solo el trozo simple de nosotros mismos, tenemos tan poco tiempo para contender con la otra parte de nuestro ser, con aquellos espacios de nuestra vida que permanecen ocultos, tenemos tampoco tiempo para llorar, reír, para hablar con nosotros mismos, para encarar nuestra propias luchas. Siempre preferimos desatender nuestra vida y ocuparnos en la vida de otros, hemos preferido ignorarnos por que tenemos MIEDO de tropezar con la parte incomoda de nuestra humanidad; pero siempre he creído que en la lucha o te rindes antes tus propios temores o sigues hacia delante y das la batalla, aunque el precio de esta sea tu propia vida. Confieso que  muchas veces e preferido aceptar mi panico que negarlo y comprender que hace parte de todo el cuadro de lo que soy; pero al mismo tiempo también lo he asumido ¿Cómo?  Descubriendo que esta dentro de mi misma y no fuera y que si esta allí puedo controlarlo, puedo ejercer toda mi fuerza no solo para que se rinda sino también para que desaparezca y se mezcle con todo mi ser  pero no en forma de miedo, sino en mi mayor fortaleza.

Desde entonces, pocas cosas quedan de aquella mujer temerosa; poco a poco el  interior ha tomado una estructura diferente. Aunque al mirarla al espejo en varias ocasiones la he desconocido aun reconozco su forma, solo que su esencia se ahora es  diferente, ya poco queda de aquella niña. Hoy al mirarme en el espejo veo una mujer radical, que es capas de hacer elecciones, de gobernar sus sentimientos y emociones, que reconoce sus fortalezas y debilidades.

Hace unos días me  hicieron una invitación y creo que este ha sido el motivo de esta entrada. Me invitaron  a realizar Bongiee Jumping para los que no lo conocen es una actividad  que consiste en hacer un salto al vacío desde una considerable altura. Al estar allí  frente al vacío supe que ya no era la misma, que algunos miedos habían desaparecido, me sorprendía mi tranquilidad y mi serenidad  y entonces mire mi reflejo frente aquel abismo y supe que pocas cosas quedaban alli de mi ser, mire la ciudad que brillaba con sus luces y la noche estrellada  y luego  decidí lanzarme.

2 comentarios:

  1. se pierden los miedos en el aire, verdad?

    Un beso!

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  2. Simplemente precioso, como un cafe claro, lleno de carácter pero transparente a la vez. sigue escribiendo kilómetros de reflexionesy prosas amiguita

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Gracias por inmortalizar sus letras en este lugar