viernes, 2 de diciembre de 2011

No es suficiente la historia de la humanidad ni la de otros hombres para comprender lo que significa la fè en cada uno de nosotros; en especial cuando esta en su naturaleza esperanzadora desea encontrar un lugar en nuestro corazón que esta siempre acostumbrado a los razonamientos, probabilidades, balances que avalen y respalden un porvenir seguro pero desconocido para el hombre. Pero a pesar de ello la fe sigue allí enredada en lo más profundo y extraño de nuestra existencia a pesar de que esta sea imposible de ver, respirar y vivir. Aun con eso y con todo resulta mas sorprendente que la fè encuentre un espacio en cada uno de nosotros que no la niega pero que si es escasa por la irracionalidad, incertidumbre, miedo, inseguridad que esta provoca en nuestra vida llena de supuestas seguridades que nos impiden arrojarnos al vacio de la fe es decir a la nada, pero que al final termínanos necesitando y aceptando para sobrevivir. He aquí donde la fe me causa mas asombro que siendo todo lo contrario a nuestro ser aflora como agua en el desierto, como un susurro de paz en medio la guerra, como una gota de esperanza y confianza en medio de nuestra desesperanza, como una pequeña seguridad que nos garantiza que todo estara bien.


Fe que en ocasiones me quita el sueño por tratar de concebir el significado y el valor de ella en mi vida, fe que en innumerables circunstancias me ha devuelto la esperanza en aquello que persigo, aunque en ocasiones pareciese esfumarse ante mis ojos pero que luego reaparece y se manifiestan visible y segura ante la mirada de mi corazón que susurra con seguridad que todo es posible, fe regalo, don divino, dadiva, como sea que te llames estas ahí en medio de mi ser, rompiendo toda mi racionalidad y transformándola en confianza, en una confianza que no es propia de mi esencia siempre temerosa de la vida que se impone con radicalidad. Pero allí estas, como el destino de todos mis laberintos sin salida, sobrepasando todo lo que soy y lo que conozco, trascendiendo en los profundo de mi ser; no solo como la reafirmación constante de lo que mi corazón anhela sino también como la certeza de que así no obtenga lo que anhelo ni de la forma en lo quiero, que así los caminos sean diferentes a los planeados, así implique renunciar total o parcialmente a lo que busco, así esta fe sea incompresible ante mi ojos; confió y tengo la certeza de que todo estará bien, que al final de este camino Dios cumplirá cada una de sus promesas y de los sueños que él mismo a puesto en mi corazón pero que sobre todo y por encima de todo me gozare en su voluntad con la que seguramente seré feliz.





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