sábado, 19 de octubre de 2013

Sube conmigo

Desde que empecé   a ascender nada me interesa con más fuerza que llegar a la cima. Sin embargo aun en lo más profundo del corazón nace una pregunta ¿Cómo llegue aquí? Y es inevitable observar la montaña  y no quedarse perpleja ante la cantidad obstáculos, aciertos, desaciertos, dudas, miserias, ante la falta de fe…Y aun así ¡Estoy aquí! O ¡Estamos aquí! Y digo “Estamos” por que El ha sido el primero en subir, el primero en creer, el primero en levantarse, el primero en “estar” aun cuando he querido detenerme, aun cuando la montaña y su aparente soledad me dice a gritos ¡Que no vale la pena! Pero entonces ¡Siempre esta El! Y mi corazón celebra la alegría de su presencia, de su fidelidad como cual Padre sale al encuentro de un hijo que con frecuencia se pierde: En su propia soberbia, en su orgullo, en su vanagloria, en su autosuficiencia, en sus afanes, en sus preocupaciones; encontrándome así, lejos del camino.  Y luego llega la desesperación y con la desesperación los fantasmas de la montaña que nuevamente seducen el corazón, aquello que aborrecías de tu ser parece ahora una propuesta seductora y es allí cuando sabes que ¡Estas perdido! Ante tal angustia una voz  hace eco en todo tu ser diciendo: “Sin mi vosotros no podéis hacer nada”. Lo cual me hace un ser frágil, sin agua, sin alimento, sin vida, siempre a la intemperie de mi propio pecado, de mi propia ceguera, que amenaza con matarme si acaso no me vuelvo a encontrar con  El.


Tantas veces he intentado en mis meritos encontrarle en medio de la montaña, pero es El ¡Siempre es El! Quien sale a mi encuentro. En ocasiones llega en silencio, en otras solo  nos detenemos para aprender  algo del camino que pase por alto, y en otras simplemente dialogamos como dos buenos amigos que se aman, que se conocen, que suben juntos, que quieren estar siempre juntos, que no tienen  miedo de desnudar el alma. Pensaba entonces, en Moisés a quien llamaba “amigo” y en un amigo solo se puede tener una confianza absoluta sin preguntas o reproches en quien te conoce y te sondea por completo, en quien ningún suspiro le es escondido, en quien no solo es amigo sino que es padre, novio, esposo, guía, luz  en medio de las tinieblas...Y la pregunta de ¿Cómo llegue aquí? Solo se puede responder de una forma y es por que El ha estado conmigo y me encanta su “estar” porque es lo que me permite volver, aun cuando no soy digna, aun cuando mi amor es mendigo…El esta, siempre esta y no precisamente en la cima que tanto anhelo, sino al lado de mis miserias, de mi pecado, de mis faltas, de mi sed, de mi angustia, de mi dolor, de mis dudas para decirme ¡No temas, yo estoy contigo! Y por eso le amo, y quiero, yo si quiero subir con El: “Si tu presencia no va conmigo no quiero ir a ninguna parte” quiero sentirte a mi lado ¡Te quiero a ti mi Cristo el día de mi muerte! ¡Quiero que seas lo último que vean mis ojos al morir y lo primero que vea cuando despierte de ella! En el ocaso de mi vida cuando no tenga nada más que ofrecerte y mis fuerzas fallen al subir la montaña  quiero estar contigo, por eso mi Dios: ¡Encuéntrame siempre! ¡Encuéntrame siempre  y sube conmigo!

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Gracias por inmortalizar sus letras en este lugar