Nunca había
tenido una semana santa tan diferente como esta, después de varios años llegas
acostumbrarte al ritmo de una parroquia que se mueve con gran entusiasmo y devoción
alrededor de estos días. La congregación llena de cientos de fieles, el trabajo
con jóvenes, el lavatorio de pies, las visitas, la vigilia, simplemente el
hecho de estar ahí mas que colaborando, es sentirte cerca de cada encuentro, de
todos lo momentos, es sentir que estas ahí en medio de la multitud viviendo junto con ellos la pasión, muerte y resurrección.
Que momento mas glorioso el que viví hace un año en aquella vigilia pascual aun tengo la imagen en mi cabeza y todavía me mueve el corazón, el frío de una noche serena cargada de trabajo, pero también de la satisfacción de a ver acompañado a los fieles en el encuentro con Jesucristo que esa noche habría de resucitar frente a toda la iglesia . entre la experiencia de esa noche hay algo que resulta imposible borrar de mi cabeza y es la imagen de todas las personas reunidas en torno a la plaza principal con su cirio encendido que formaba una sola luz que brillaba radiante como símbolo de aquel fuego ardiente del amor de Dios; sentir a Jesucristo vivo esa noche inmerso entre nosotros siervos, discípulos, amigos y ahora testigos de su infinito amor y promesa de resurrección…nunca me había sentido tan conmovida y al mismo tiempo tan comprometida a dar la vida entera por quien estaba entre nosotros, aun recuerdo legible mente el coro de aquel pregón pascual: “ESTA ES LA NOCHE EN QUE CRISTO HA VENCIDO A LA MUERTE Y DEL INFIERNO RETORNA VICTORIOSO”
Que momento mas glorioso el que viví hace un año en aquella vigilia pascual aun tengo la imagen en mi cabeza y todavía me mueve el corazón, el frío de una noche serena cargada de trabajo, pero también de la satisfacción de a ver acompañado a los fieles en el encuentro con Jesucristo que esa noche habría de resucitar frente a toda la iglesia . entre la experiencia de esa noche hay algo que resulta imposible borrar de mi cabeza y es la imagen de todas las personas reunidas en torno a la plaza principal con su cirio encendido que formaba una sola luz que brillaba radiante como símbolo de aquel fuego ardiente del amor de Dios; sentir a Jesucristo vivo esa noche inmerso entre nosotros siervos, discípulos, amigos y ahora testigos de su infinito amor y promesa de resurrección…nunca me había sentido tan conmovida y al mismo tiempo tan comprometida a dar la vida entera por quien estaba entre nosotros, aun recuerdo legible mente el coro de aquel pregón pascual: “ESTA ES LA NOCHE EN QUE CRISTO HA VENCIDO A LA MUERTE Y DEL INFIERNO RETORNA VICTORIOSO”
Aquella
noche fue memorable en mi corazón, era como si el mismo Dios que se le presento
a Moisés en una zarza ardiente se hubiera valido de toda esa luz para revelarse
a mi vida, para ver cuanto poder tiene y cuan débil soy ante su presencia, esa noche
Jesucristo revelo toda su gloria y me demostró cuan vivo estaba en cada uno de
nuestros corazones.
Hoy después
de un año, han pasado muchas cosas desde aquel encuentro entre ellas el caminar
por duros desiertos, el reafirmar el carácter de Cristo en mi vida, el
disciplinar mi sentimientos, el menguar mi orgullo y pulirlo con la humildad de
Cristo, el sonreír en medio de la dificultad, el dar amor sin condición alguna,
el aceptar la soberanía de Dios sobre mi vida, el sujetarme y obedecer a su
voluntad, el levarme en medio la derrota, el ser consuelo en la aflicción, el
aceptar el llamado que el mismo me ha hecho, el no renunciar, el caminar sin detenerme,
el ser una mujer de autoridad, fe, oración y firmeza…Todo esto ha pasado desde
aquella noche y aunque el camino ha sido difícil y me ha costado las lagrimas
mas profundas de mi humanidad, dolor que
siempre lo he asemejado como si una espada te traspasara
el corazón en cada paso que das con el
fin de seguirlo. Entonces, Llegas a darte cuenta que has muerto a una parte de
ti, que has estado en aquella cruz muriendo a tu propia humanidad para
resucitar junto con Cristo…este es finalmente el verdadero significado de la
semana santa, es el quien nos acompaña en nuestro propio viacrucis ayudándonos
a cargar nuestra cruz, es el mismo Jesús quien nos enseña a llegar al calvario
y a ponerle el hombro a la cruz a nuestra humanidad.
"Porque quien quiera salvar su vida, la perderá;
pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará. Pues, ¿de qué le sirve al
hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina? Porque
quien se avergüence de mí y de mis palabras, de ése se avergonzará el Hijo del
hombre cuando venga en su gloria, en la de su Padre y en la de los santos ángeles."Lucas
9-24,26
Esta semana
Santa, no tuve el privilegio de estar en la parroquia. Confieso con nostalgia
que extrañe el estar allí, pero aunque no lo hice Dios me regalo la oportunidad
de vivirlo en mi corazón como aquel Dios silencioso que trabaja en todo lugar, en la
soledad de mi propia cruz, en la mirada tranquila de su sufrimiento, en la
intimidada de su dolor. Se que al igual que las otras semanas santas esta no
pasara desapercibida cada una de ellas a dejado y a comenzado un
nuevo ciclo en mi vida, cambios en los que Dios ha madurado mi fe y al mismo
tiempo me a transformado enseñándome abrazar mi
cruz... cruz en la que juntos vamos al calvario no solo a morir, sino a ser testigos de todo el poder que tiene al a ver vencido a la muerte.
No es un sueño ni una ilusión. Se ha abierto para nosotros la fuente de la vida.Con la luz de la Pascua, los discípulos comprendieron quién era realmente Jesús.
ResponderEliminarJesús, el Viviente, se hace presente en nuestra vida de un modo nuevo
Aleluya. Cristo ha resucitado. ¡Él es nuestra vida!
Un abrazo