Pocas cosas
quedan desde aquella última vez, en que inocente me miraba al espejo de la infancia,
en que la mirada aun conservaba intacto el brillo, la lucidez y la claridad de
la vida. Después de algunos años, he vuelto
a mirar al espejo aquella sombra irreal de lo que he fabricado de misma y que se ha adherido silenciosamente a mi ser,
compactando todas mis formas de actuar y sentir. Acostumbro mirarme en el
espejo, creo que es el comentario mas sincero que puedo tener de misma en todas
mis dimensiones tanto físicas como psicológicas, es este en última instancia el
testigo de quien soy realmente. En especial en los días de lluvia, en el que el
alma y todo lo que llevamos en nuestro
interior se mueve súbitamente, en que los vientos son contrarios y la tormenta
nos arrastra de forma violenta y sorpresiva a las desconocidas orillas de
nosotros mismos…Para sobrevivir.
En estos últimos
años, e aprendo a sobrevivir a mis
mayores temores a detenerme frente al espejo y confrontar mis propios monstruos;
pero sobre todo a mirarme fijamente a los ojos y ver mis lagrimas de rabia,
dolor, alegría siendo estas el despojo
tranquilo de un tsunami mental, emocional y espiritual de todo mi ser. Creo
entonces, que cuando aprendes a sobrevivir algunas áreas de tu vida comienzan a
desarrollarse, brotan de cada parte del ser humano como frutos abundantes en
medio del desierto, como agua en arena, como lo extraordinario en medio de lo
ordinario.
Estamos tan
acostumbrados a levantarnos cada mañana y mirar al espejo solo el trozo simple
de nosotros mismos, tenemos tan poco tiempo para contender con la otra parte de
nuestro ser, con aquellos espacios de nuestra vida que permanecen ocultos,
tenemos tampoco tiempo para llorar, reír, para hablar con nosotros mismos, para
encarar nuestra propias luchas. Siempre preferimos desatender nuestra vida y
ocuparnos en la vida de otros, hemos preferido ignorarnos por que tenemos MIEDO
de tropezar con la parte incomoda de nuestra humanidad; pero siempre he creído que
en la lucha o te rindes antes tus propios temores o sigues hacia delante y das
la batalla, aunque el precio de esta sea tu propia vida. Confieso que muchas veces e preferido aceptar mi panico que
negarlo y comprender que hace parte de todo el cuadro de lo que soy; pero al
mismo tiempo también lo he asumido ¿Cómo?
Descubriendo que esta dentro de mi misma y no fuera y que si esta allí
puedo controlarlo, puedo ejercer toda mi fuerza no solo para que se rinda sino también
para que desaparezca y se mezcle con todo mi ser pero no en forma de miedo, sino en mi mayor
fortaleza.
Desde
entonces, pocas cosas quedan de aquella mujer temerosa; poco a poco el interior ha tomado una estructura diferente.
Aunque al mirarla al espejo en varias ocasiones la he desconocido aun reconozco
su forma, solo que su esencia se ahora es
diferente, ya poco queda de aquella niña. Hoy al mirarme en el espejo
veo una mujer radical, que es capas de hacer elecciones, de gobernar sus sentimientos
y emociones, que reconoce sus fortalezas y debilidades.
Hace unos días
me hicieron una invitación y creo que
este ha sido el motivo de esta entrada. Me invitaron a realizar Bongiee Jumping para los que no lo
conocen es una actividad que consiste en hacer un salto al vacío
desde una considerable altura. Al estar allí
frente al vacío supe que ya no era la misma, que algunos miedos habían
desaparecido, me sorprendía mi tranquilidad y mi serenidad y entonces mire mi reflejo frente aquel
abismo y supe que pocas cosas quedaban alli de mi ser, mire la ciudad que brillaba con sus luces y la noche estrellada y luego decidí lanzarme.
se pierden los miedos en el aire, verdad?
ResponderEliminarUn beso!
Simplemente precioso, como un cafe claro, lleno de carácter pero transparente a la vez. sigue escribiendo kilómetros de reflexionesy prosas amiguita
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